martes, 15 de septiembre de 2009

CAP. III REGLAS RELATIVAS A LA DISTINCION DE LO NORMAL Y LO PATOLOGICO

Reglas relativas a la distinción entre lo normal y lo patológico.
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Existe una pregunta fundamental acerca del papel que cumple la ciencia, en especial las ciencias sociales, en la persecución de fines y la distinción entre medios. Frente a esta aporía surgen dos escuelas distintas con dos respuestas posibles. La primera de las posturas sostiene que la ciencia sólo pueden describir "lo que es", relegando el "deber ser" al reino de los incognoscible científicamente, el mundo de los valores, los ideales y la política. "El bien y el mal no existen según ella. Nos puede decir cómo las causas producen sus efectos, no qué fines se deben perseguir.(...) La ciencia dice un escritor ya citado, puede muy bien iluminar al mundo, pero deja la noche en los corazones; es al corazón al que corresponde encender su propia luz".
En este libro Durkheim defiende la segunda postura e intenta defenderla teóricamente salvando la coherencia lógica de su epistemología y método, independiente de las subjetividades humanas. Es decir, lo que él denomina "método ideológico" puede recurrir a razones supracientíficas para apuntalar el "deber ser" de determinados fines, licencia que no se puede tomar su método racionalista. Se intenta "reivindicar el derecho de la razón sin caer en la ideología". Si se considera a los medios como fines en sí mismos, si la realización del medio debe ser tan deseada como el fin mismo, entonces ¿que criterio sigue la ciencia para discernir entre dos medios posibles? "¿Por qué nos iba a recomendar el camino más rápido con preferencia al más económico, el más seguro antes que el más sencillo, o a la inversa? Si no puede guiarnos en la determinación de los fines superiores, no será menos impotente cuando trate de estos fines secundarios y subordinados, llamados medios?".
En este punto Durkheim recurre a una analogía que constituye la piedra angular sobre al cual se construye su distinción entro lo normal y lo patológico. "En efecto, para las sociedades como para los individuos, la salud es buena y deseable; la enfermedad, por el contrario, es una cosa mala que debe ser evitada. Si entonces encontramos un criterio objetivo, inherente a los hechos mismos, que nos permita distinguir científicamente la salud de la enfermedad en los diversos órdenes de fenómenos sociales, la ciencia se encontrará en condiciones de iluminar la práctica mientras continúa fiel a su propio método".
Se hace imperativo entonces establecer un método claro para la distinción entre normal y patológico, así como también la definición teórica de ambos conceptos.
I
En primer lugar, Durkheim descarta la definición de ambos en función del sufrimiento, de la adaptación a determinado medio o a las posibilidades de sobrevivir. Incluso si este último criterio fuese efectivo en biología, no lo es en sociología ya que no existe en esta ciencia el punto de referencia que si dispone aquella: la cifra de mortandad media. Cuando una sociedad nace o muere es completamente indeterminable.
Al no surgir pruebas de hecho, Durkheim intenta definirlos, por el momento, mediante razonamientos deductivos, aceptando que las conclusiones extraídas por este medio no tienen mayor valor que las presunciones subjetivas. Se puede definir patológico a todo acontecimiento que tiene consecuencias funestas para la sociedad. Pero hay un problema con este criterio, sólo se puede considerar de este modo cuando perturba el desarrollo normal de las funciones de la sociedad. Por lo tanto este criterio presupone la definición de normal y como reconocer un estado normal, y lo que verdaderamente lo descarta como criterio válido, es que en este caso el concepto de "normal" sólo puede ser constituido a priori, y dependiendo de consideraciones subjetivas para la definición de normal. Para un ateo en el mundo moderno, los remanentes religiosos con anormales, mientras que para un sacerdote, es la incredulidad lo que constituye la anormalidad.
"El defecto común de todas estas definiciones es que quieren alcanzar prematuramente la esencia de los fenómenos. (...) En lugar de pretender de buenas a primeras determinar las relaciones del estado normal y de su contrario con las fuerzas vitales, busquemos sencillamente algún signo exterior perceptible de inmediato, pero objetivo, que nos permita reconocer y distinguir dos órdenes de hechos."
Durkheim procede del siguiente modo. Sostiene que todos los fenómenos sociales, permaneciendo idénticos a sí mismos, pueden revestir dos formas:
1)Generales:
Tienen lugar sino en todos los individuos, en la mayor parte de ellos, y si bien pueden sufrir variaciones de un sujeto a otro, éstas están comprendidas entre límites muy aproximados.
2)Excepcionales:
No sólo no se encuentran en la mayoría de los sujetos, sino que allí donde se manifiestan no lo hacen de manera prolongada. Son una excepción en el tiempo como en el espacio.
"Estamos, por tanto, en presencia de dos variedades distintas de fenómenos, que deben ser designadas con palabras diferentes. Llamaremos normales a los hechos que presenten las formas más generales y daremos a los otros el nombre de mórbidos o de patológicos.
Una vez definidos teóricamente los conceptos, hace falta una manera de distinguir entre ambos. Este es el papel del tipo medio, definido como "el ser esquemático que se constituiría uniendo en un mismo todo, en una especie de individualidad abstracta, los caracteres más frecuentes en la especie con sus formas más frecuentes". Una vez definido, esta marca cumple una tarea fundamental, toda desviación con respecto a ella constituye un fenómeno patológico.
Sin embargo, Durkheim hace en este punto una aclaración: "Las condiciones de salud y la enfermedad no son definibles in abstracto y de una manera absolutas". Guardan una estrecha relación con las variaciones entre e intra especies, pero más que nada, es preciso considerarlas en relación a la etapa correspondiente de su desarrollo.
Una vez hecha la definición de los conceptos y cómo distinguirlos, queda la pregunta sobre el por qué son deseables los fenómenos normales. Durkheim sostiene que la generalidad que reviste un fenómeno normal, "...sería inexplicable si las formas de organización más extendidas no fuesen las más avanzadas, al menos en su conjunto. ¿Cómo hubieran podido mantenerse en una variedad tan grande de circunstancias si no pusieran al individuo en condiciones de resistir mejor las causas de destrucción? Por el contrario, si las otras son más raras, es evidente que, en la generalidad de los casos, los sujetos que las presentan tienen más dificultades para sobrevivir. La frecuencia mayor de las primeras es por tanto la prueba de su superioridad".
II
Una vez determinado el carácter normal de un fenómeno, es necesario un segundo procedimiento: establecer si el signo exterior que lo reveló (su generalidad), esta fundado en la naturaleza de las cosas. Este procedimiento hace posible que se pase de una "normalidad de hecho" a una "normalidad de derecho". Durkheim sostiene que "Por consiguiente, la normalidad de fenómeno se explicará solamente por el hecho de que esté unido a las condiciones de existencias de la especie considerada bien como efecto mecánicamente necesario de esas condiciones, bien como un medio que permita a los organismos adaptarse a ellas". De esto se desprende una distinción entre dos causas posibles: "efectos necesarios" y "adaptación". Una explicación completa de los fenómenos consiste en dar "por determinadas bien sus causas o bien sus funciones". Actualmente la primera toda el nombre de explicación causal y la segunda el nombre de explicación funcional.
Al determinarla teniendo en cuenta únicamente su generalidad sin vincularla a las condiciones de existencia vigentes, podría inducir a error. Esto ocurre especialmente en los periodos de transición de una "(...) especie que está a punto de evolucionar sin haberse fijado todavía definitivamente bajo una forma nueva.". La normalidad de un fenómeno debe ser establecida en relación a la etapa de evolución de la especia, ya que en estos casos, dicho fenómeno puede no estar en relación con las condiciones de existencia vigentes. "Un hecho puede persistir así en toda le extensión de la especie, aunque ya no responda a las exigencias de la situación. Por consiguiente, ya no hay más que las apariencias de la normalidad; porque la generalidad que presenta no es ya más que una etiqueta engañosa, puesto que no manteniéndose más que por la fuerza ciega del hábito, ella ya no es indicio de que el fenómeno observado está ligado estrechamente a las condiciones generales de la existencia colectiva.". Por esta razón puede observarse más fácilmente la normalidad de un fenómeno en especies sociales que hayan realizado su evolución integral, como por ejemplo las sociedades ágrafas.
Este apartado concluye con una distinción entre el carácter útil de un fenómeno y su normalidad, fundamental para establecer por que un fenómeno normal es deseable, lo cual posibilitaría que la ciencia pueda indicar los fines tanto como los medios. "En fin y especialmente, si es cierto que todo lo que es normal es útil, a menos que sea necesario, es falso que todo lo que es útil sea normal. Podemos estar bien seguros de que los estados que se han generalizado en la especie con más útiles que los que han quedado como excepcionales; no de que ellos sean los más útiles que existen o pueden existir. No tenemos ningún motivo para creer que se han ensayado todas las combinaciones posibles en el curso de la experiencia y, entre las que no han sido jamás realizadas, pero que son concebibles, puede haberlas que sean más ventajosas que las que nosotros conocemos. La noción de lo útil desborda la noción de lo normal; la primera es a la última lo que el género a la especie. Ahora bien, es imposible deducir lo mayor de lo menos, la especie del género. Pero se puede encontrar el género en la especie puesto que ella lo contienen. Por este motivo, una vez que se ha comprobado la generalidad del fenómenos, se pueden confirmar los resultados del primer método, haciendo ver como sirve el fenómeno".
A continuación, las tres reglas que consuman este apartado.
I- Un hecho social es normal para un tipo social determinado, considerado en una fase determinada de su desarrollo, cuando se produce en la medida de las sociedades de esta especie, considerada en la fase correspondiente de su evolución.
II- Se pueden comprobar los resultados del método precedente haciendo ver que la generalidad del fenómeno se relaciones con las condiciones generales de la vida colectiva en el tipo social considerado.
III- Esta comprobación es necesaria cuando este hecho se refiere a una especie social que no ha realizado todavía su evolución integral.
II
"Estamos tan acostumbrados a zanjar con una palabras estas cuestiones difíciles y a decidir rápidamente de acuerdo a observaciones ligeras y a golpe de silogismos si un hecho social es o no normal, que acaso se juzgue este procedimiento inútil y complicado". Esta distinción es más fácil en el campo de la biología, sin embargo, la mayor complejidad y movilidad de los fenómenos propios de la sociología requieren que se trace con mayor recaudo.
Para ilustrar la distinción entre lo normal y lo patológico de un fenómeno en sociología, a la par de mostrar los errores en los que se puede recaer, Durkheim utiliza el ejemplo del delito y aplica las reglas precedentes.
Con respecto a la generalidad, el delito se observa no sólo en todos los tipos de sociedades. "No hay una en la que no haya criminalidad. Ésta cambia de forma, los actos así calificados no son en todas partes los mismos; pero en todos los sitios y siempre ha habido hombres que se conducían de forma que atraían sobre ellos la represión penal." A su vez, utilizando la estadística, se observa que en el paso de las sociedades inferiores a las más avanzadas la criminalidad aumenta sensiblemente. "Por tanto, no hay fenómeno que presente de manera más irrecusable todos los síntomas de normalidad, puesto que aparece estrechamente ligado a las condiciones de toda vida colectiva". Esto no quita que existan formas mórbidas de criminalidad, como por ejemplo cuando esta presenta un índice exagerado.
Al calificar de normal el fenómeno del delito, implica decir no sólo que es inevitable, sino también parte integral de la salud de una sociedad, e tanto que útil para la evolución normal de la moral y el derecho. Y esta utilidad puede ser indirecta o directa.
Utilidad indirecta
Durkheim define el delito como "un acto que ofende ciertos sentimientos colectivos, dotados de una energía y de una nitidez particulares". Por lo tanto, para que esos actos considerados como delitos no se realicen, esos sentimientos deberían encontrarse en todas y cada una de las conciencias individuales y con la intensidad suficiente para contrarrestar sentimientos opuestos."Pero no se presta atención al hecho de que estos estados fuertes de la conciencia común no se pueden reforzar así sin que los estados más débiles, cuya violarían no daba lugar anteriormente más que a faltas puramente morales, sean a la vez reforzados, porque los últimos no son más que la prolongación, la forma atenuada de los primeros". De proceder de este modo, los sentimientos colectivos se volverán más sensibles a las lesiones que no los laceraban más que ligeramente. Las simples faltas morales pasarían constituir delitos, fruto de una reprobación más enérgica. Durkheim ejemplifica esta situación con el siguiente ejemplo: "En otros tiempos as violencias contra las personas eran más frecuentes que hoy día porque el respeto a la dignidad humana era más débil. Como éste ha aumentado, estos delitos se han vuelto más raros; pero también, muchos actos que lesionaban este sentimiento han entrado en el derecho penal, del que antes no dependían". Estos actos son las calumnias, las injurias y la difamación.
Por lo tanto, el crimen no sería eliminado, sin que cambiaría de forma. Pasaría de una inquisición a otra, de las formas más graves a las más atenuadas. La única forma, sería la existencia de sentimientos colectivos universales de absoluta extensión e intensidad. "Pero una uniformidad tan universal y absoluta es radicalmente imposible, porque el medio físico inmediato en el cual cada uno de nosotros se haya colocado, los antecedentes hereditarios, las influencias sociales de que dependemos varían de un individuo a otro y, en consecuencia, las conciencias son distintas (...) Por este motivo, incluso en los pueblos inferiores, en que la originalidad individual está muy poco desarrollada, esta originalidad no es nula. Por consiguiente, como no puede haber ninguna sociedad en que los individuos no diverjan más o menos del tipo colectivo, es inevitable también que entre estas divergencias haya algunas que presenten un carácter criminal. Porque lo que les confiere este carácter no es su importancia intrínseca, sino la importancia que les concede la conciencia común."
En la medida en que la originalidad individual es la fuente y el sustento de la evolución normal de la moral y el derecho, los sentimientos colectivos no deben asfixiarla. Para que las transformaciones del derecho y la moral entre tipos sociales y dentro de los mismos tipos, "es preciso que los sentimientos colectivos que constituyen la base de la moral no sean refractarios al cambio y que, por consiguiente, tengan sólo una energía moderada (...) Todo ordenamiento, en efecto, es un obstáculo para una reorganización y esto tanto más cuanto más sólido y primitivo sea este ordenamiento."
Por lo tanto, los sentimientos colectivos deben ser, sólo en cierta medida, permeables a los actos delictivos. "Es preciso que la autoridad que tiene la conciencia moral no sea excesiva; en otro caso nadie se atrevería a contradecirla y ella plasmaría demasiado fácilmente en una forma inmutable. Para que pueda evolucionar, es preciso que pueda abrirse paso la originalidad individual; ahora bien, para que la conciencia del idealista que sueña con ir más allá de su siglo pueda manifestarse, es necesario que la del delincuente que está por debajo de su tiempo sea posible. La Una no existe sin la otra."
"Esto no es todo. Además de su utilidad indirecta, ocurre que el propio delito representa un papel útil en esta evolución. No solamente él implica que el camino se halla abierto a los cambios necesarios, sino además, en ciertos casos, prepara directamente los cambios."
Utilidad directa
En muchas ocasiones, lo que en un momento en determinada sociedad se considera un delito es una anticipación de la conciencia moral de la misma sociedad en una etapa futura. Durkheim toma como ejemplo a Sócrates y su independencia de pensamiento, considerada entonces en Atenas como un delito (por lo cual se lo condenó) y considera que "servía para preparar una moral y una fe nuevas, de las que los atenienses venían entonces necesidad porque las tradiciones de que habían vivido hasta entonces no estaban en armonía con las condiciones de su existencia (...) La libertad de pensamiento que disfrutamos hoy día jamas hubiera podido ser proclamada si las reglas que la prohibían no hubiesen sido violadas antes de ser solemnemente derogadas. Sin embargo, en aquel momento, aquella violación era un delito, porque era una ofensa a los sentimientos todavía muy vivos de la generalidad de las cosas. Y, sin embargo, este delito era útil porque preludiaba transformaciones que de día en día se hacían necesarias. La filosofía libre ha tenido por predecesores a los herejes de todas las clases, a los que el brazo secular ha castigado justamente durante toda la Edad Media y hasta la misma víspera de la Edad Contemporánea."
A continuación Durkheim advierte sobre la postura del científico social. Nuevamente recuerda que los objetos de estudio deben ser tomados por su carácter exterior, en este caso, la normalidad del fenómeno debe ser aprehendida por su generalidad. Esto no es suficiente, es cierto, pero en un primer momento es necesario para evitar ciertos errores parciales cargados de subjetividad como los que le adjudica a Garofalo y a Spencer, que omiten la generalidad del fenómeno del delito.Ahora bien, como el objeto principal de toda ciencia de la vida, individual o social, es en suma definir el estado normal, explicarlo y distinguirlo de su opuesto, si la normalidad no se da en las cosas mismas, si por el contrario es un carácter que nosotros les imprimimos desde afuera, o que les negamos por cualquier razón, ello es debido a esta saludable dependencia. El espíritu se encuentra cómodo enfrente de lo real, que no tiene mucho que enseñarle; no está ya contenido por la materia a la que él se aplica, puesto que es él, de algún modo, quien la determina. (...) Para que la sociología sea verdaderamente una ciencia de las cosas, es preciso que se considere la generalidad de los fenómenos como criterio de su normalidad."
A modo de conclusión, sobre el tema de la persecución de fines y el papel de la ciencia, Durkheim sostiene lo siguiente. "Si lo deseable no es objeto de la observación, pero puede y debe ser determinado por una especie de cálculo mental, no se puede asignar ningún límite, por así decirlo, a la libre invención de la imaginación que va en busca de los mejor. Porque ¿cómo vamos a asignar a la perfección un término que no puede sobrepasar? Por definición, escapa a toda limitación. El fin de la humanidad recula entonces hacia el infinito, desanimando a unos por su propio alejamiento, excitando, por el contrario, a los otros que, para aproximarse al mismo un poco, aprietan el paso y se precipitan en las revoluciones. (...) No se trata de perseguir desesperadamente un fin que huye a medida que avanzamos, sino de trabajar con una regularidad perseverante para mantener el estado normal, para restablecerlo si ha sido turbado, para encontrar sus condiciones si ellas llegan a cambiar. El deber del hombre de Estado no es ya empujar violentamente a las sociedades hacia un ideal que le parece seductor, sino que se papel es el del médico: previene el nacimiento de las enfermedades mediante una buena higiene y, cuando se declaran, procura curarlas"

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